Érase una vez...

Una bolsa de merienda.
Cuentan que hubo una vez una niña que quería ser la más divertida y popular de todo el colegio. Esa niña, todos los días llegaba a la hora del recreo con una bolsita que había comprado en el establecimiento de don Federico, que estaba dos calle más arriba del colegio. Pero un día... ¡Tachán! Llegó a ella la inspiración. Caminó por toda la ciudad buscando una tienda donde hubiera telas de lo más bonitas y divertidas, y tras mucho caminar, dio con ella. Había telas de todos los colores: rosas, lilas, azules, amarillas,... y de todos los estampados posibles: de lunares, de peces, de flores,... Y así llegó a la mesa de las cosas bonitas, donde estaban estas dos telas: una era de corazones pero sin sobrepasar lo cursi, y otra era de confeti, sobrepasando lo festivo. Las eligió y confeccionó una bolsa para su merienda que, sin lugar a duda, iba a ser la bolsita de merienda más divertida y popular de todo el colegio. 
Pero no conforme con lo bonita que era la bolsa, quiso añadir un pequeño detalle que definiera su personalidad: alegre, divertida, risueña, valiente,... Y añadió un pequeño pajarito que parecía sacado de un cuento. Le puso nombre, se llamaría don Federico, como el de la tienda de las dos calles más arriba del colegio, porque gracias a él y a sus bolsas de merienda, consiguió su momento de inspiración, que además le acompañaría durante todo el curso escolar.
Y como se suele decir en los cuentos... "Colorín colorado, este cuento se ha acabado", o como les encanta decir a los niños... 
¡¡Colorín colorete, por la chimenea salió un cohete!!

Espero que os haya gustado este pequeño cuento que he redactado, y que os pongáis en contacto conmigo para cualquier consulta. Ya sabéis los medios: por e-mail pinchando aquí y también en Facebook

¡Un besito y feliz domingo!

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